Desde el año 2008, Estados Unidos ha incrementado el número de operaciones con drones en ultramar. Por ejemplo, en Paquistán, se aumentaron los ataques con drones de 38 en 2008 a 375 en 2014. Con la mira puesta en los militantes de al Qaeda y el Talibán, la campaña de drones ha sido responsable de más de 2400 muertes a nivel mundial. Además, actualmente el Congreso está financiando la ampliación de la flota de drones para aumentar en un tercio su cantidad actual dentro de la próxima década, una expansión de 40 mil millones de dólares. Del mismo modo, otras Fuerzas Aéreas (incluyendo Francia, Italia y Alemania) también están probando el uso de los drones en el Oriente Medio y en África. Hay un interés militar definitivo en esta tecnología.

El dron es un instrumento efectivo de la estrategia antiterrorista debido a su capacidad de recopilar inteligencia y atacar blancos simultáneamente. Además, al emplear ambas al mismo tiempo, el dron afecta de modo significativo la capacidad operativa de una organización terrorista.

Estrategia antiterrorista

 Para entender cómo contribuye la guerra con drones al antiterrorismo efectivo, es importante aclarar una distinción general entre antiterrorismo y contrainsurgencia. El antiterrorismo y la contrainsurgencia son dos estilos diferentes de guerra: el antiterrorismo se centra en el enemigo mientras que la contrainsurgencia se centra en la población. Por ejemplo, a menudo el antiterrorismo supone interrumpir la capacidad de los terroristas para llevar a cabo operaciones mientras que a menudo la contrainsurgencia supone el desarrollo y la afirmación de las instituciones domésticas y la sociedad. Pero estas dos formas de guerra se pueden contrarrestarse, produciendo una variedad de efectos compensatorios potenciales.

 Evidentemente, el tema de la guerra con drones es muy amplio, y para limitar el alcance de este artículo, deseo analizar la guerra con drones únicamente a la luz de la estrategia antiterrorista y no de la estrategia de contrainsurgencia.

 El antiterrorismo involucra dos fases de perturbación de las operaciones terroristas: 

identificar la amenaza y eliminarla. En primer lugar, una nación debe buscar los combatientes enemigos mediante inteligencia. Segundo, una nación debe tomar medidas agresivas contra los combatientes, obligándolos a dispersarse en la sombras para evitar ser atacados. Así, la nación objetivo debe una vez más buscar a los combatientes mediante inteligencia para poder tomar medidas agresivas en el futuro. En ese sentido, el antiterrorismo es cíclico, donde la inteligencia da lugar a ataques, y los ataques dan lugar a la demanda de más inteligencia.

Identificar la amenaza:

Inteligencia, vigilancia y reconocimiento El ciclo de inteligencia La naturaleza de una organización terrorista es versátil y adaptable, a menudo el terrorismo no proviene de un único agresor o posición. Más bien, con frecuencia la amenaza es multilateral e internacional. Por lo tanto, es sumamente difícil interrumpir la capacidad operativa de una organización terrorista porque una nación podría no ser capaz de evaluar de dónde surgirá la próxima amenaza.

Individuos en cualquier lugar del mundo –incluyendo ciudadanos– pueden realizar ataques terroristas contra una población civil. Además, la amenaza se adapta constantemente a la acción neutralizadora que adopta la nación que se defiende.

El terrorismo es altamente evasivo. Por esta razón, es necesaria una inteligencia efectiva para combatir esta clase de no convencionalismo. Inteligencia, una de las “herramientas más fundamentales del antiterrorismo”, es “conocimiento que se ha preparado específicamente para contestar una pregunta, verificar una situación, o proporcionar entendimiento” en una circunstancia particular. La inteligencia orientada se recopila desde cualquier número de fuentes y se refina mediante síntesis y análisis antes de propagarla a las fuentes adecuadas para acción posterior. A este proceso se le conoce como ciclo de inteligencia y es esencial para identificar a la red terrorista. 

Reconocimiento aéreo:

El dron es un activo de inteligencia muy efectivo, alrededor del 97% del tiempo de misión se dedica únicamente a reconocimiento. La aeronave contribuye al ciclo de inteligencia porque recopila y distribuye información de forma continua y simultánea. Concretamente, reúne inteligencia de forma eficiente mediante equipos visuales avanzados y capacidades de observar por tiempo prolongado. Tanto el los Drones Predator como el Reaper tienen cámaras térmicas y de alta definición en la parte inferior de sus fuselajes. Estas cámaras tienen tanta potencia como para acercar y leer el número de la tarjeta de identificación de un conductor. Los pilotos utilizan la capacidad de alta potencia de las cámaras al buscar y hacer el seguimiento de objetivos potenciales. De esta manera, la aeronave recopila inteligencia útil sobre los patrones de comportamiento del enemigo mientras vuela a gran altitud, invisibles al objetivo en tierra, permitiendo que la aeronave observe áreas de hasta 4 kilómetros de diámetro. Algunos drones Reaper han sido equipados con nuevos sistemas, permitiendo que los pilotos y los analistas de inteligencia observen partes de ciudades completas de una vez. De esta manera, el dron se vuelve muy efectivo para recopilar grandes cantidades de datos visuales. Además, el dron permanece en el aire por más tiempo que un avión tripulado convencional, maximizando el tiempo de reconocimiento. Además, los drones operan en patrullas aéreas de combate para asegurar una vigilancia constante. Cada patrulla aérea de combate consta de cuatro aeronaves que se alternan.

Usualmente, una aeronave adquiere inteligencia, una vuela de vuelta a la base para reabastecer combustible, una carga combustible en la base, y una vuela para relevar a la aeronave en operación. De esta manera, los operadores de drones pueden asegurar que la aeronave permanezca el máximo tiempo posible sobre un área dada, incrementando la probabilidad de que los analistas de inteligencia identifiquen un blanco. El dron no solo puede reunir inteligencia, también puede distribuirla fácilmente a otras entidades. Las imágenes recopiladas desde aeronaves ‘ojos en el cielo’ se transmiten vía satélite a los pilotos en las bases Aéreas y pueden detener, reproducir, rebobinar y avanzar rápidamente desde casi cualquier lugar del mundo que tenga una conexión al enlace de satélite. Por tanto, un dron no solo analiza el campo de batalla, también distribuye inteligencia a otras unidades antiterroristas.

Los drones han demostrado ser una herramienta excepcionalmente eficaz en la neutralización de figuras clave en organizaciones terroristas. Este método de ‘decapitación’ de la organización es altamente efectivo para desestabilizarla, y su éxito depende de dos factores principales: la relevancia del líder terrorista y la dificultad de su sucesión.

Los líderes terroristas ejercen un poder e influencia significativos sobre todos los aspectos de sus organizaciones. Dado que las organizaciones terroristas no se adhieren a un conjunto establecido de normas morales o sociales, los líderes tienen una gran influencia en la creación de normas dentro de la organización. Por lo tanto, la eliminación de estos líderes de una posición de autoridad es un factor crítico en el desmantelamiento de una organización terrorista.

Además, la sucesión del liderazgo es un desafío dentro de una organización terrorista. Estas organizaciones, que son inherentemente violentas, clandestinas y basadas en valores, tienen menos probabilidades de institucionalizar y legitimar la autoridad.

Es importante destacar que no hay dos líderes iguales, por lo que la eliminación de un líder tiene un impacto significativo en la estrategia de la organización en su conjunto. Sin embargo, esta táctica no debe ser el único pilar de una estrategia antiterrorista. La inteligencia humana, las incursiones de operaciones especiales y otros métodos no militares son tácticas complementarias que contribuyen a la lucha contra una organización terrorista. Cada nación que lucha contra el terrorismo debería adoptar un enfoque multilateral, aplicando presión constante para asegurar que el terrorismo ya no tenga espacio para respirar.

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